Rigidez y Flexibilidad: Un camino a balancear

Todos los seres humanos tenemos características diferentes, mucho influyen los entornos en los cuales nos desenvolvemos, pero lo más interesante se hace cuando nos dedicamos a descubrirnos y vamos destacando todo lo que nos caracteriza, bien sea en fortalezas o debilidades, entender esto nos lleva a equilibrar y basar cada una de nuestras acciones hacia donde queremos.

Descubrirnos no tiene una edad específica, pero si tiene experiencias que van propiciando esto.   Un bebe al nacer no tiene mucha conciencia de sí, pero poco a poco se va descubriendo, reconoce su cuerpo, sus necesidades básicas, a los seres que le brindan amor y a los que no también; así es como empezamos a crecer y vivir experiencias que nos llevan a reconocer todo cuanto somos y tenemos en lo físico, en lo biológico, en lo espiritual y en todos los aspectos como seres humanos, ese momento en que nuestra conciencia busca expandirse desde la memoria, el entendimiento y la voluntad.

¿Pero qué sucede cuando llega este momento de expansión? ¿Cómo sabemos cuándo está ocurriendo? No hay una edad específica para que esto ocurra, pero sucede que al llegar éste momento, la visión y percepción de todos comienza a cambiar.  Sabremos que está ocurriendo porque dejamos de actuar en automático progresivamente, podemos empezar a identificar que nuestros pensamientos y acciones están siendo flexibles o rígidas, y sin duda que tanto lo seamos, limita o expande nuestra vida.  

Somos rígidos, cuando adoptamos características similares a la de una roca: inmovilidad, resistencia, inaccesible, dureza.  Somos flexibles, cuando adoptamos características como las del agua: movimiento, moldeable, manejable.
Es posible que algunos aspectos nuestros pensamientos y acciones sean de una u otra forma, o representen en un poco de cada una, lo interesante es descubrir que nos beneficia de ambas en cada momento de nuestra vida y aplicarlo, para proyectarnos hacia el equilibrio.

Reconocer que vivimos en una constante reconstrucción, así como darnos el permiso de aceptar y fluir con las experiencias, aligera las cargas; y aunque no existen recetas mágicas para llevar una vida plena, existen hábitos que al incorporarlos nos llevan hacia la plenitud, dejando de lado aquello que crea límites en nuestros procesos como personas.

Durante años decidí hacer algunos cambios en mi estructura personal, y aunque todos los días es una oportunidad para seguir intentándolo. Muchas personas y experiencias nos harán entender qué hacemos bien y qué vamos haciendo mal, sin arrepentimientos, porque entender que nacimos para aprender y desaprender, es justo allí donde estaremos balanceándonos entre la rigidez y la flexibilidad.

Ser flexible no es sinónimo de bueno, como rígido tampoco lo es de malo, se trata de buscar ese punto medio para que nuestra vida sea más placentera en pensamientos y acciones.  Esto mucho que ver con la forma en que fuimos criados, con las experiencias vividas, pero también es cierto que al llegar a la edad de la conciencia, podemos tener la capacidad de afrontar nuestros días desde lo aprendido. 


Así como construimos nuestra vida paso a paso, a través de las acciones, también lo hacemos pensamiento a pensamiento, por eso debemos hacer posible el balance entre la flexibilidad y rigidez en todos los aspectos, para alcanzar resultados que nos permitan manejar positivamente nuestras emociones día a día.

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